Estamos perdiendo el norte, nuestras referencias más primarias. Nos estamos desconectando de nuestro instinto, de nuestra sabiduría interna. Pudiera parecer negativo, pero estoy reflejando una realidad que veo constante a mi alrededor. ¿Pero hay esperanza? ¿Podemos volver a reconectar?
Sé que eres una persona ocupada, por lo que puedes leer este post ahora o escucharlo cuando te vaya mejor en el capítulo 2 del podcast «Camino a Zensei».
Y es que médicos, pediatras, organizaciones de la salud, los medios de comunicación, ese nutricionista, aquel deportista, el experto en crianza… Se han convertido en referentes que respaldan aquello en lo que tenemos que creer a pies juntillas.
Si algo que escuchamos no lleva el sello de garantía de estos expertos parece que no tiene ninguna validez. ¿Pero qué ocurre con nuestro médico interno? Esa conexión con nuestro cuerpo, con nuestra mente, con todo nuestro ser que nos puede dar respuestas de cómo estamos o cómo nos sentimos. Lo que ocurre es que nuestro instinto está con el «botón en off».
Nuestro médico interno
Está claro que si ante el primer síntoma acudimos a una pastilla, difícilmente vamos a poder escuchar a nuestro médico interno.
Requiere de paciencia, de poder enfrentar la enfermedad como algo natural en la vida y no como un obstáculo del que deshacerse lo más rápido posible. Me ha venido la imagen de un corredor de obstáculos, cuando corre en dirección a la meta.
Si en lugar de saltar la valla con todo su cuerpo, la levantase y la apartara tirándola a un lado… ¿Tendría el mismo valor hacer una carrera así? En cambio, con nuestros síntomas y con las pistas que nuestro cuerpo nos ofrece a nivel físico, psíquico o espiritual, vale lanzarlas a un lado.
En crianza con apego ocurre algo parecido. Nos empeñamos a seguir las directrices de los expertos como Carlos González, Rosa Jové, Laura Gutman… No estoy diciendo que sus contenidos no tengan valor ¡claro que lo tienen! pero como un soplo de aire fresco. En todo caso nos pueden ayudar a reflexionar, pero primero nuestra sabiduría interna, nuestro instinto y luego aquello que pueda aportar algo más sin imposiciones, con criterio y sin perder la autenticidad.
Ser auténticamente imperfectos
Veo constantemente padres frustados porque no consiguen llevar acabo algunos de los principios de los expertos. Esa forma de acompañar al niño desde una mirada respetuosa, más amorosa. En realidad se están peleando con ellos mismos, con su propio ADN, con lo vivido en su entorno familiar cuando eran niños. No se puede ser algo que no somos, ni actuar de forma artificial, solo genera confusión en el niño que no entiende qué está ocurriendo. ¿Es mejor una persona falsamente amorosa y atenta? ¿Es mejor un persona real, que refleja su emociones tal y como son?
Eso no quita que como padres y madres podamos seguir creciendo y mejorando, pero llevado a las tripas para que sea de verdad y no una representación de lo que nos gustaría ser, una imagen idealizada de nosotros.
Yo he pasado por ésto. Me he visto acompañando el llanto de mi hijo deseando que se callara, mientras actuaba dando permiso para llorar. Esto es como esconder una piedra en una mano y ponerla detrás de la espalda y esperar que nuestros hijos miren a la mano que tenemos delante. Ahora he escogido ser más auténtico con lo bueno y lo malo que supone, pero buscando siempre una manera orgánica de crecer como padre, como decía desde las tripas y no desde lo intelectual.
Y lo podríamos llevar a la nutrición, al deporte, a multitud de actividades con las que podemos escuchar más a nuestro instinto y menos a lo que digan los demás. Hasta esto que lees «lo deberías» cuestionar.
Seitai, confiar en nuestro instinto.
Este es uno de los motivos por el que me apasiona el Seitai, como práctica, como cultura y como forma de vida. Porque me permite revisar constantemente de una forma apasionante lo que sucede conmigo y con el mundo y las personas que están a mi alrededor, aquí y ahora. Una práctica que conecta con nuestro médico interno, con la sabiduría de nuestras células, con el educado y el espontáneo que nos lleva de un lado a otro. Cuando no me encuentro bien, no corro a tomar una pastilla mágica, práctico Katsugen Undo. Cuando necesito conectar conmigo mismo, cuando otros necesitan de mí, práctico Yuki.
La práctica del Seitai me hace conectar cada vez más con esa sabiduría innata, con la capacidad autorreguladora de mi cuerpo, de tu cuerpo. Me confirma que nosotros como individuos y como sociedad, podemos.
Si aún no conoces estás prácticas el Taller Introductorio de Seitai es la forma de acercarte a ellas de una forma vivencial y descubrir así un herramienta para cuidar de tu salud.
En los comentarios de este post, tienes un espacio y me encantaría saber si tú haces algo para mantenerte conectado con el instinto, ese conocimiento inconsciente que nos ha acompañado siempre. Comenta y comparte conmigo.
Si te ha gustado este post, quizá te interese:
▷ Deseo, ¿Qué impulsa tu vida?
▷ ¿Que es Seitai? – Prácticas y Beneficios para una vida más plena
Deja una respuesta